miércoles, 13 de agosto de 2008

terror

Cuando se despertaba ella quería poder volar hacia la luna ide y vuelta sin mirar hacia atrás. Pero la mirada de un extraño agazapado en el matorral la atemorizaba. Se quedaba encerrada en su casa. Temiendo a un ser oculto entre los arbustos.
Los miedos son increiblemennte irracionales. No se los ve. Solo se sienten. Se sienten en la misma piel. En los pies, en las manos. En los dientes sentís unas cosquillas extrañas. A veces le castañeaban. Despertaba así a las mascotas vecinas y un sin fin de ladridos y demás ruidos la sorprendían entrando a casa.
Aquella cosa. Aquel ser. Aquel fantasma siempre allí escondido entre las ramas. Nunca lo vió. No sabía que era. Pero los miedos son irracionales. Imposibles de entender. Sólo el escondido sabía que lo estaba. El pobre no se animaba a salir. La joven de dientes castañeantes y cabellos largos colror carbón se acercaba en puntitas de pie. Siempre con su largo camisón hecho de hilo de seda. Era una niña temerosa, jugando a la escondida. Los miedos son irracionales, pensaba. Nadie los ve. Sólo se sienten.

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