lunes, 15 de septiembre de 2008

quien quiera

creo que siempre me gusto decir 'quien quiera que lea'. Es evidente que nadie puede pedirle a otro alguien que se digne a leer. Nadie puede pedir a otro alguien absolutamente nada. Ni siquiera en los propios sueños uno puede. Alguna vez soñé que pedía que me pasaran la pala de cavar para llegar al otro lado de la pared, y nadie lo hacia. Había un sueño que tenia recurrentemente, en una mansión oscura, rodeada de colores helados, con varios seres fantásticos como de Hansel y Gretel y que nadie quería a nadie. Bah, no lo se. No se si de verdad alguien en algún momento quiso. 

Por ende el que quiera leer, quien quiera que lea, podrá decir que estoy perseguida por mi misma sombra. Que soy extremista y que una parte de tristeza siempre está invadiendo mis letras. Pero nadie, nadie, ni siquiera el que lee, se puede dar cuenta que hay, más allá de las palabras en la pantalla. ¿Porqué es así? Por que nunca me digne a darme a conocer. Odio que me conozcan. Miento. Quiero que me conozcan pero temo darme a conocer. No agradar. 

Hay pocas gentes, que pueden verme. Pocas, muy pocas. Alguna solo ven mi reflejo en mi expejo prupura. Otras solo ven lo que les dejo ver. Algunas no ven más que mi sombra. Otras ven la mitad. Otras ven un poco más. Otras ven más alla. 

Hay una parte en las letras de las canciones que hay que aprender a leer entre lineas. Que hay q aprender a leer más alla de las palabras mismas. Creo que todos somos como aquellas poesías de Borges, que leia de chica, que casi me eran imposibles, irritantes, deslumbrantes, inentendibles y hasta sorprendentes. La verdad es que conocemos demasiado bien las palabras escritas en prosa. Nos falta (me incluyo en esto) leer poesía. Nos falta entenderla. 

A veces hay gente que logra leerme entre lineas. A veces les resulto cautivante, a veces les resulto agotadora. A veces les resulto complicada, sorprendente. Pero en las lineas escritas puedo ver. Puedo ver que hay más que lágrimas y llantos. Hay más. 

Una que otra sonrisa se me escapa al escribir estas cosas. 

Puedo sentirme. Cautivante, sorprendente, interesante, inentendible. Como Borges.

1 comentario:

Lola dijo...

Yo quiero!

Yo quiero leerte!

Pero tampoco quiero ser leída. Es como una constante contradicción: querer mostrarse, pero no mucho. Como un exhibicionista, pero con vergüenza. Porque creo que, al fin y al cabo, si uno pasa tanto tiempo acá en la virtualidad poniendo fotos y colores y palabras es para reflejar algo de uno, para transmitir cierto mensaje, para gritar algo en un lenguaje absurdo. Pero a medida que el reflejo es contruído, que el mensaje es enviado, que el grito es lanzado al aire, una conserva el anhelo oculto de que nadie pueda ver el reflejo, ni leer el mensaje, ni escuchar el grito. Que los códigos les resulten extrañamente incomprensibles. Que jamás lleguen a descifrar esas partículas de la escencia de una que se esconden detrás de cada palabra, de cada foto, de cada color.

Una contradicción constante.
Eso soy.