lunes, 17 de marzo de 2008

mirando el piso

Hace un tiempo ya que perdí unas palabras. Pero son de aquellas que se pierden de buena gana por que no se quieren tanto. Por qué? Porque duelen al ser nombradas. Nombres que no querés recordar, susurros que olvidar. Las perdí y hace un tiempo sentí que perdía las otras. Las que sí me gustan, las que sí me acurrucan bajo su brazo. Esas palabras las perdí también y con ellas me perdí yo. Increible, perdida en las propias palabras pero sin saber que quería de mi. Perdida en mi paraiso, sufriendo cada dolor como el anterior, cada punzada era lenta y profunda, cada una pertenecía a sí misma y a su opuesta y yo convivía con las dos. Son aquellas palabras que se pierden junto a las malas y te convocan al llanto una y otra vez. Llaman, claman, piden a gritos que las angustias sean sacadas. Sólo llantos de letras perdidas. Y yo también. Me perdí con ellas.

Gateando llegué al final de la travesía, encontre el encendedor y prendí las luces. Camino de frente, un tanto agachada, más que nada, con la vista aún pegada al piso. Mirando desde arriba para abajo. Pero, al fin, camino (...) camino. Pegando en cada paso un alarido de triunfo. En cada paso una sonrisa con ganas de dar el proximo, que sospecho será tan doloroso como el anterior.

Pero, que más da?.

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