lunes, 20 de octubre de 2008

Lisa (I)

Las mujeres de mis cuentos siempre tienen algo nuevo que contarnos. O al menos algo para decir. Son duras y hermosas, como hadas en primavera. Como seres fantásticos en verano. Frias, oscuras, cautivantes. Supongo que ella también lo es. O por ahí es todo lo contrario y ella es solo la parte olvidada de todas las demás. Su nombre es Lisa y debieron ponerselo por que el nombre determina la personalidad que tomará la persona. Lisa, llana, hasta aburrida por momentos. Cada mañana se toca la punta de sus pies con las manos extendidas hacia el piso y todas las noches se acuesta en la soledad, en la oscuridad. Vive sóla, alejada de la realidad. Alejada de ella misma. No estudia, no hace ningún curso,
no se perfecciona, no visita amigos ni se acerca a ningún espacio en donde pueda encontrarse alguien con quien charlar. Camina a la estación de trenes siempre por el mismo camino y toma el tren que pasa, todos los días a las 7.49, ese que pasa hasta los domingos a esa hora. Vuelve a su casa en el tren de 17.53 y camina a su casa por las mismas cuadras que a la mañana. Y el lunes comienza la semana, y este lunes, se quedo dormida. Son las 7.50. Perdió el tren.

2 comentarios:

Bruno dijo...

Lisa tiene un amor de ultramar...dicen..que brilla en la oscuridad...su sabor a la primera vez..me hace volver a aprender..(G.C)
me gusta como escribis..
seguire leyendo hoy no puedo dormir
la siesta dejo demasiada vigilia de noche..

Unknown dijo...

^^