jueves, 3 de abril de 2008

tres

Estaba parada frente a ella. Con las manos entrelazadas con las suyas. Los brazos pegados al cuerpo. La frente sudoroza, la nariz colorada. Sus ojos la miraba sorprendida y triste. Odio que de a poco se convertía en daño.
Sus dedos alrededor de una taza de cafe, sentada en un banco de a penas unos poco centimetros de altura. Ella con los codos apoyados sobre sus rodillas. Él la miraba a través de una cámara, a lo lejos, la espiaba y la imaginaba sentada a su lado. Como se odiaban esas muchachas, ambas enamoradas de ellas mismas. Se confundió. Ya no sabía a quien observaba su cámara. Apagó la cámara.
Dulzura, temor, algo de odio, algo de amor. Algo de compasión, la mira celosa, la miraba deseando ser ella por un instante. Deseaba sentir ese cuerpo con el suyo como aquella vez había imaginado sentir. Pero ella lo tenía. Lo tenía, sentado a la distancia notaba que las observaba.
Se paró y se dirigió a ellas. Quién. Se confundió. Se sentó a fotografiar.

No hay comentarios: