viernes, 9 de mayo de 2008

brújula

Durante un tiempo la comprendí. La vi perdida en ella misma. No sabía para dónde escapara y la ayude. A buscar una brújula que le indique como volver a algún lugar. Finalmente comprendí. Como ir, sin saber dónde ir. 
Se encontraba tan perdida mi protegida de aroma a jazmín. Tan dulce niña. Tan dulce mujer, que aunque tres años mayor, tres años de cuidados de mis manos. La amaba por sobre todas las cosas en este mundo color cian. La amaba por sobre todas las personas en este mundo librado al azar. Pero nadie, por más amor que tuviera para darle, nadie, la entendía como la entiendo yo. Es tan pequeña y tan avasallante el amor que brota de sí, que espanta a aquel que se le acerque. Enamoradiza, callada, sonriente. Enamora a quién la observe y espanta por miedo a sufrir. Y sufre por cada palabra callada desde su corta edad. Sufre cada silencio en agosto. Sufre cada vez que despierta desnuda, abondanada al azar. 
¿Cómo ayudarla a nada? No puedo ayudarla sin saber que quiere de sí, sin saber que quiere de mi. Camina ligero, se vuelve a escapar y se que volverá. En un día, a lo sumo dos, con una carta entre sus dedos pidiendome, por favor, que la ayude con eso. Que la ayude a escribir un cuento. En el que ella sea la heroina. Fauna. 

que personaje invente con esta niña. Si supiera. Si leyera.

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